jueves, 19 de agosto de 2010

EL ANGEL BUENO

Vino el que yo querìa,
el que yo llamaba.
No aquèl que barre cielos sin defensas,
luceros sin cabañas,
lunas sin patria,
nieves.
Nieves de esas caìdas de una mano,
un nombre,
un sueño,
una frente.
No aquèl que a sus cabellos
atò la muerte.
El que yo querìa.
Sin arañar los aires,
sin herir hojas ni mover cristales.
Aquèl que a sus cabellos
atò el silencio.
Para sin lastimarme,
cavar una ribera de luz en el pecho
y hacerme el alma navegable.

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